viernes, 4 de julio de 2008

El eje del mal

Tras la feliz noticia de la liberación de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes secuestrados por las FARC, me ha llamado la atención una de las reacciones producidas ante dicho acontecimiento. El ex presidente Aznar, en una nueva homilía desde la asociación que acaudilla con mano de hierro y, tras felicitarse por la buena nueva, nos advertía: "Es un gran día para los que creen en la derrota de los terroristas y nunca en la claudicación, las políticas de apaciguamiento y la negociación política con los terroristas". Por lo que deduzco que está en desacuerdo con el gobernante que fue capaz de proferir esta frase: "Estoy dispuesto a tomar todas las iniciativas que fuesen necesarias, si viésemos que podía entenderse o podían darse pasos positivos para que esta situación de cese de la violencia, diese lugar a un proceso definitivo de paz". Esta perorata no es obra de ningún socialista peligroso, o en su defecto, algún separatista extremista, sino que fue pronunciada por el actual conferenciante en Georgetown e inquilino de la Moncloa en ese momento. Todo parece indicar, siguiendo la tesis defendida por este ilustre vallisoletano, que durante su mandato presidencial no consideró delito de lesa patria hablar y "ser generoso" con los terroristas, más bien, se mostraba solícito y expectante ante cualquier tregua decretada por ETA. En cambio, ahora denosta con todas sus fuerzas la opción del diálogo como método de superación del terrorismo y aplica los más duros calificativos a sus patrocinadores.

En la actualidad, como sus amigos americanos, considera a todos los terrorismos iguales y, por lo tanto, sujetos a los mismos procedimientos para su extinción. Me imagino que, aplicando este razonamiento, pronto veremos bombardeadas las calles y plazas de Biarriz y Bayona en el País Vasco francés, guarida etarra desde hace décadas o invadidos los pueblos y ciudades de Arabia Saudí, Estado teocrático "amigo" de EEUU, pero a la vez, base de las ideas yihadistas y seguramente el pulmón financiero de Alqaeda. Todo ello le parecerá a mucha gente como matar moscas a cañonazos y, siendo cierto, es lo que se ha hecho y se sigue haciendo en Irak desde hace años con la complicidad de la Comunidad Internacional.


Así, nos encontramos con que se utiliza el miedo comprensible de la población a un atentado terrorista para aplicar medidas draconianas y claramente atentatorias hacia los derechos de todos, a la vez que se inventan supuestos ejes del mal (en lenguaje entendible para los no iniciados en el vocabulario del señor Bush) que se trataría de lugares que próximamente podrían ser objeto de invasión por las fuerzas armadas norteamericanas y que por supuesto, no poseen armas de destrucción masiva que haga más costosa la tarea.
La solución para un gobierno dictatorial que no quiera formar parte del dichoso eje maligno sería dejar que su tierra sea ocupada por bases militares americanas o aprobar la instalación en su territorio de empresas occidentales, que exploten las materias primas de sus países. Pero eso sí, como contrapartidas el dictadorzuelo se enriquecerá mientras sus ciudadanos se encontrarán en la miseria más absoluta. Podrá encarcelar y torturar a los elementos discrepantes a su régimen opresivo con el silencio cómplice de los países democráticos. Tendrá la oportunidad de, si las cosas se ponen complicadas en su país, conseguir un retiro dorado por los servicios prestados y, lo más importante para el tirano, conseguirá la respetibilidad de su régimen dictatorial a ojos de Occidente.
Mientras tanto, algunos dirigentes occidentales hacen campaña por la democratización de dictaduras menos mediáticas. ¿Doble moral? No. Yo lo llamaría desvergüenza.