jueves, 28 de enero de 2010

Padrón

El ayuntamiento de Vic ha anunciado que va a dejar de empadronar a los inmigrantes sin papeles de su municipio. Argumentan que la crisis económica hace que los servicios sociales de su población estén desbordados y que la única solución viable es repatriar a sus países de origen a estos inmigrantes indocumentados. Tras el anuncio de esta localidad catalana otras ciudades, partidos políticos y ciudadanos de a pie han compartido las tesis de la alcaldía de Vic, ya que, siempre según estas mentes preclaras, “tenemos ya demasiados inmigrantes en nuestro país” y es necesaria una política restrictiva contra ellos en tiempos en los que escasean y recortan los recursos públicos. Sería conveniente recordar a toda esta gente que si se cierran las puertas del padrón municipal a estas personas, se condena a muchos seres humanos a la absoluta indigencia. Con esta medida se les veta el acceso a la sanidad pública o a la educación para sus hijos. ¿Es esto lo que quieren? ¿Dejar a muchas personas sin unos derechos básicos que tanto nos han costado conseguir para todos? Derechos que deben ser universales y gratuitos para toda la población, sea cual sea el lugar de procedencia y la situación legal en nuestro país. Ridículo resulta el esfuerzo de algunos por intentar vender unas ideas claramente racistas y xenófobas, bajo el pretexto de la crisis económica que nos azota. Si no tenemos unos servicios sociales adecuados para estos tiempos de crisis, lo que resulta necesario es priorizar las inversiones hacia estos servicios. Es inadmisible comprobar a diario cómo se deja languidecer estos servicios públicos y luego, los mismos que los privatizan y desmantelan, se rasgan las vestiduras por la situación de abandono y desidia que sufren. Para ocultar esta situación marcan unos chivos expiatorios propiciatorios. Unos seres humanos desprotegidos, con la espada de Damocles constante de la repatriación forzosa a sus países de origen sobre sus cabezas. Personas que sufren más que nadie los estragos de la crisis económica, pero que a su vez padecen la discriminación constante de unos individuos que no han dudado en servirse de ellos cuando eran necesarios y, ahora no dudan en tirarlos a la basura cuando la situación ha cambiado. En este proceso demencial la población mayoritaria es manipulada a conciencia y acaba siendo identificada con unos postulados racistas, producto del desconocimiento de la situación real de estos seres humanos.
Es paradójico que los mismos que a buen seguro no tienen empacho en contratar mano de obra ilegal en sus empresas, los mismos que no dudan en contratar a cuidadoras latinoamericanas sin papeles para sus familiares, sean los primeros en pronunciarse contra los malvados inmigrantes que “nos quitan nuestros trabajos”. Sería interesante acompañar a ese político, que acaba de hacer una declaración incendiaria contra la inmigración ilegal, a casa de su quería madre o abuela, atendida en todo momento por su cuidadora inmigrante. Compartir con el cenutrio, que acaba de proferir la vigésima deposición mental antiinmigrantes en la barra de su bar de cabecera, su búsqueda incesante del fontanero inmigrante más económico en estos tiempos de crisis. O pasar todo un día en las fábricas de calzado en China o Vietnam de ese honrado y patriota empresario que muestra su horror ante la posible llegada de más inmigrantes. Qué pena. Sólo entienden el lenguaje del odio, la violencia y la hipocresía.

Publicado en el suplemento "UALdía" de "La Verdad"