He de reconocer para empezar, mi total sorpresa ante la enorme repercusión de una simple semblanza de un peculiar profesor universitario y de la infausta junta directiva de la UMH. En mi supina ignorancia, pensaba que otros temas tratados merecerían un debate más acalorado pero, según parece, es un error más de escritor novel, poco bragado aún, en los intereses del público. Por ello, agradezco a todos, tanto las opiniones elogiosas como las negativas al mismo y el animado debate que se ha producido tras el alumbramiento de mi nueva entrada. Porque como se ha dicho en muchas ocasiones, es agradable que hablen de uno aunque sea para mal.
Pero analizando algunas de las críticas recibidas, dejando a un lado las de carácter personal, llama poderosamente mi atención la total falta de argumentos y pruebas que demostraran, como veladamente se acusa, un supuesto caso de plagio. Por ello y parafraseando a Groucho Marx, no puedo decir que no estoy en desacuerdo con ustedes.
Así, sería deseable tomarnos la molestia de releer tanto el artículo acusado como los textos del señor Noragueda para poder juzgar con conocimiento de causa, pero claro, eso supone contrastar nuestro parecer con la realidad, una molestia que tanto la prensa amarillista como algunos de mis queridos lectores parecen no estar dispuestos a llevar a cabo. Es más cómodo, por supuesto, utilizar epítetos como "vergüenza" o sacar a colación "el libro" de Ana Rosa Quintana a la primera de cambio. De todos modos, agradezco a César que en uno de sus últimos comentarios copiara frases textuales de un artículo suyo sobre el tema en cuestión: al fin encontré las "pruebas" de mi "plagio", al que voy a contestar punto por punto. Se acabaron las difamaciones sin rigor, realizadas desde la ignorancia.
Se me acusa en distintos comentarios de que "todos y cada uno de los datos" proceden de una única fuente, es decir, César Noragueda. Eso es totalmente falso, más bien todo lo contrario. Como supongo que mucha gente seguirá dudando de mi palabra, señalaré cada una de las fuentes de las que me he servido.
En primer lugar, la parte dedicada al profesor Villanueva está sacada de mi propia experiencia mediante frecuentes visitas a la institución académica ya que, gracias a ello, tuve la oportunidad de presenciar una clase de dicho docente en la que profirió la frase entrecomillada en mi texto, seguidas de otras consideraciones, algunas de ellas reseñadas, dedicadas a determinados alumnos del mismo. En aquella aula y ese día en particular, no se encontraba el señor Noragueda y en cambio sí se encontraba el autor de estas líneas. ¿A quién tengo que citar en este caso? ¿A mí mismo? Es obvio que resulta absurdo.
En segundo lugar, el otro gran "plagio" encontrado en mi artículo se refiere al título del mismo. Pues sí, he de reconocerlo: ¡Fuera excusas! La frase "¿Qué diría Miguel Hernández?" no es mía, pero...tampoco del señor Noragueda. Fue una propuesta de mi querida damisela, inquilina de mi corazón desde hace dos años y cuatro meses. Un servidor no tenía nada claro el título del mismo y en una conversación telefónica trasladé a mi pareja el argumento del texto que me disponía a realizar y entre otros, me dio la gran idea del título perfecto para el mismo. Dicha fémina estaba muy atareada en plena época de exámenes y con trabajo extra en casa, como para acordarse de las palabras textuales del señor Noragueda en un artículo de hace meses. En cuanto al artículo que usted esgrime en su comentario como prueba definitiva de mi plagio, he de decirle en mi modesta opinión, claro, que tiene tanto parecido con el final de mi entrada como el mensaje de Jesús de Nazaret y las arengas matutinas diarias en la radio episcopal. Esto es, en apariencia tratan de los mismos temas pero cualquier parecido entre los dos es pura coincidencia, tal y como comenta sarcásticamente en su comentario. Dicho final por mi parte, era una consecuencia lógica de todo lo anteriormente comentado en el mismo. Para empezar, falta en el extracto de su artículo la referencia a los dirigentes universitarios, los cuales nombro expresamente. Tampoco veo que haga referencia al sobrenombre por el que era conocido el poeta. Lo único en lo que podemos coincidir es en citar la muerte de Miguel Hernández, hecho conocido por todos. A mi parecer, muy pocas similitudes para tan alta acusación.
Querido César Noragueda, ¿Por qué no me acusa de plagiarlo en otras partes del texto?, ¿No será que no tiene ningún argumento razonable para esgrimir? En sus comentarios, corríjame si me equivoco, no hace ninguna referencia a la relación existente entre el rector y los distintos gobiernos populares sufridos en nuestra comunidad. Si no ha escrito nada sobre el particular, ya tiene material para otros artículos sobre la UMH y puede estar tranquilo, no le acusaré de plagio, lo puede considerar un regalo de un "alumno" a su "maestro". Ya que, como usted mismo se encarga de recordar, parece estar creando escuela.
Otros comentarios me han acusado de ser poco original en la elección de temas porque de la "UMH" ya se había ocupado con profusión el señor Noragueda. Respetando a quien piense de ese modo, por esa misma regla nadie podría realizar artículos de opinión de temas de actualidad en los medios de comunicación, ya que se perdería la originalidad al referirse muchos de ellos a los mismos temas. Un servidor no podría haber realizado la entrada de las corridas de toros, por poner sólo un ejemplo, porque es algo muy "popular" y seguro que muchas personas han escrito y seguirán escribiendo opiniones homologables a la mía, sin que se pueda acusar a nadie de plagiar un texto de otro. Solo se podría acusar de plagio a aquél que se otorgue como propio, una parte de cualquier texto escrito por otra persona que posea derechos de autor y no lo nombre al menos alguna vez en su artículo. Ahí sí se podría hablar de plagio, situación que no se da en este caso echando un simple vistazo a ambos textos y tras informar de mis fuentes de trabajo. Todo el mundo puede dejar escrito sus pensamientos aunque su tesis pueda coincidir con la expresada por otros, no creo que haya temas "exclusivos", esto es, dignos de ser tratados por una sola persona. Si alguien pensara así me parece que estaría dando un enorme puntapié en el trasero a la libertad de expresión.
Finalmente decir, que todas las entradas de este blog son en exclusiva MÍAS y de nadie más. Mía es la responsabilidad de cada palabra escrita, exceptuando vuestros comentarios, claro, tanto por los aciertos que se puedan encontrar, como por los errores que sin duda también existirán. Me pueden criticar por no estar de acuerdo con la tesis que defiendo, porque esté mal escrita o cometa fallos de ortografía y por ello, no me verán protestar. Pero alzaré mi voz enérgicamente, si se me acusa de algo que puedo demostrar que es falso, como es la acusación en cuestión. Seguiré escribiendo en este blog sobre materias que me motiven a ello, con el único afán de dejar constancia impresa de los mismos y porque es un auténtico placer para mí. No busco las alabanzas y el reconocimiento público de mis posibles lectores. Me doy por satisfecho si consigo con cuaquier artículo mío hacer reflexionar al lector; que comprenda la tesis del mismo y entonces pase a censurar o ensalzar el artículo.