jueves, 29 de octubre de 2009

ACCIÓN SOCIAL

En la Edad Media la pobreza era un designio divino inescrutable e inevitable. Dios había decidido que unas personas debían vivir en la indigencia más absoluta, ya que formaba parte de su naturaleza vergonzante. Los nobles y los religiosos practicaban la santa virtud de la caridad con los desarrapados. Se producía un intercambio, el necesitado permitía al rico alcanzar la salvación espiritual de su alma por su acción misericordiosa y el pobre podía seguir malviviendo un día más. Con el paso de los siglos algunas mentes lucidas convinieron que con dicho intercambio no se calmarían las aspiraciones de los menesterosos. Se corría el riesgo de que triunfaran revoluciones comandadas por los que siempre habían estado sujetos por los correajes de la indigencia, la incultura y la servidumbre. Los poderosos y la Iglesia permitieron que los necesitados mejoraran su calidad de vida levemente, para que les tuvieran gratitud eterna y siguieran sin cuestionarse su situación. Se crearon organizaciones de ayuda religioso-benéficas en toda la cristiandad para tal fin.
Cuando cayó el Antiguo Régimen y nació el Estado Moderno, los estados nacionales heredaron el poder que anteriormente disfrutaron el clero y la nobleza feudal. Y actuaron de la misma forma, su objetivo básico era contener a los pobres para evitar una insurrección. Pero, con la llegada de la Revolución Industrial, todo se desbordó. Las masas de menesterosos se acumularon en las grandes ciudades, las condiciones de trabajo en las grandes fábricas eran horrorosas y comenzaron a multiplicarse manifestaciones, huelgas y graves disturbios. Los pobres, ahora llamados proletarios, consiguieron unirse y reivindicar sus derechos. Los Estados temerosos de ser devorados por las masas que exigían un trato justo, no tuvieron más remedio que ceder y conceder derechos dignos a toda la población.
La lucha y la presión a los poderosos en todos los contextos históricos es lo que ha conseguido que actualmente contemos con unos servicios sociales elementales en nuestro país. En estos tiempos en los que muchos desean fervientemente acabar, privatizar o desmantelar nuestro Estado del Bienestar es conveniente recordar la historia de la acción social y, no dar un sólo paso atrás en derechos ganados tras siglos de lucha.

Artículo publicado en el suplemento "UAldía" de "La Verdad"