jueves, 30 de abril de 2009

La guerra del pan

La cumbre del G 20 en Londres ha dado y dará mucho que hablar. En ella se sientan los más poderosos del planeta y hablan de la famosísima crisis económica mundial. Pero yo pretendo hablarles de otra crisis más cercana a mi pueblo. Me estoy refiriendo a la pedanía de Torrellano, villorrio enclaustrado entre las cercanas y no siempre bien avenidas, Elche y Alicante. No profundizaré en los atractivos con los que cuenta mi “patria chica”. Pues sus mayores encantos son, a mi corto entender, el polígono industrial situado en los alrededores y el aeropuerto internacional que da nombre a la población vecina. Por ello, no me extenderé en comentar absurdas rivalidades entre localidades o en loar las supuestas virtudes de mi tierra y sus gentes.
Un servidor no negará que la crisis mundial afecta como en tantos lugares también a este modesto lugar. Por supuesto. Pero en esta pequeña pedanía ilicitana ha estallado otra crisis monumental en las últimas semanas y sin visos aparentes de solución. Dicha crisis se ha convertido en una autentica guerra. En las calles de la pedanía se la conoce ya como “la guerra del pan”. Las panaderías de la localidad son las trincheras desde las que se lanzan los obuses al enemigo. Una guerra que como todas comenzó con un hecho en si mismo trivial. Una nueva panadería encontró acomodo en la principal de nuestras calles hace ya algunas semanas. Nada más abrir sus puertas al público, empapeló cada rincón con sus ofertas. ¡Una barra de pan por 25 céntimos! ¡Y te regalan otra! Fue su agresiva puesta en escena. El boca - oído unido a la eficaz campaña propagandística hizo el resto. Desde su inauguración en la puerta del establecimiento toma forma mañana tras mañana una auténtica aglomeración humana en busca de la oferta anunciada. Un ejército de cuidado. Las otras panaderías por supuesto pusieron el grito en el cielo inmediatamente por lo que consideraron era manifiesta competencia desleal. No ahorraron críticas al propietario de la misma por su supuesta forma de conducirse en otros lugares. Denunciaron la imposibilidad de competir con unos precios tan bajos y le declararon una guerra sin cuartel. Varios periódicos y televisiones enviaron periodistas a cubrir el conflicto. Ante la agresión sufrida los panaderos ultrajados contraatacaron. Dispararon artillería pesada en forma de ofertas similares o superiores en espera de conseguir recuperar adeptos a su causa.
Esta pequeña guerra sigue su curso con bombardeo de anuncios publicitarios de uno y otro establecimiento. Deserciones masivas de fieles clientes de una panadería a otra. Y pequeños daños colaterales como es el descrédito y la burla del enemigo. No parece posible llegar a una paz o armisticio próximamente por la beligerancia de los contendientes. Como en todas las guerras existe quien se beneficia de la situación. Estos son los ciudadanos de esta apacible villa, quienes aprovechan unos precios únicos en tiempos donde la crisis sacude a la mayoría.
Pero, ¿qué pasará cuando los contendientes en esta guerra firmen el armisticio y guarden sus armas, sus ofertas, en el desván? ¿Perderán la paz los bolsillos de los ciudadanos y ganarán la guerra los de siempre?
(Artículo publicado el 30 de abril de 2009 en el suplemento UAldía de "La Verdad")