jueves, 17 de diciembre de 2009

ÍTACA

Hemos luchado por comprender los milagros de la naturaleza, alejando progresivamente de nuestras mentes las explicaciones mítico-religiosas de las mismas. Hemos explorado el universo con el afán indisimulado de buscar la explicación de nuestra propia existencia. Hemos oteado el vuelo de las aves en el horizonte, preguntándonos el porqué no se nos concedía el privilegio de volar en libertad como ellas. Hemos buscado el reconocimiento, el cariño y el amor de nuestros congéneres, temiendo encontrarnos en soledad en el momento de despedirnos de nuestro mundo para siempre. Pero sobretodo, hemos querido hacer realidad lo que sólo en nuestros sueños hemos visto claro y diáfano, aquello que alcanzaba a vislumbrar únicamente nuestra utópica mente.
Perseverar en la consecución de esos sueños es lo que ha movido o debería de mover a toda la humanidad. Sin ilusiones la existencia del ser humano carecería de sentido. Por lo tanto, lo que ha transformado la historia, lo que ha conseguido que alcanzáramos el nivel científico, tecnológico y humano que actualmente disfrutamos es la creencia en una existencia de un mañana mejor, la certeza de que mediante nuestro esfuerzo alcanzaríamos esa meta nunca antes lograda. Siempre luchamos, o deberíamos hacerlo, por ir un poco más allá, por hacer realidad, o intentar al menos con todo nuestro esfuerzo, conseguir nuestros sueños. Esos sueños que han acompañado al hombre desde la noche de los tiempos, que nos han hecho mejorar como especie y sortear los obstáculos que nos encontrábamos en nuestro recorrido. Los sueños son la fuerza que nos empuja en el trayecto de la vida. Una vida que se asemeja al trayecto del gran Ulises, cuyas hazañas fueron cantadas por Homero en la Odisea. Como Ulises deberemos enfrentarnos a mares embravecidos y terribles. Luchar contra ciclopes horribles que buscan nuestra destrucción y hacer caso omiso del canto de las sirenas más extraordinarias. Todo ello para conseguir llegar hasta donde sólo en nuestros sueños confiábamos alcanzar. Regresar una vez más hasta Ítaca y recuperar nuestro trono para siempre. Un trono que lejos de ser la tiranía de un solo hombre, será la confirmación de la llegada de un mundo nuevo en el que los sueños se convierten en realidad.
Un camino largo y duro sin duda, pero un camino que como a Ulises nos llevará entre tropiezos y aventuras a nuestras respectivas Ítacas. Ya que, como nos dejó escrito el gran poeta Kavafis. “Ten siempre en tu mente a Ítaca. Llegar ahí es tu destino".

Artículo publicado en el suplemento "UAldía" de "La Verdad"

viernes, 27 de noviembre de 2009

Sin medias tintas

Navegando por ese océano infinito de información que constituye internet, me encontré hace poco con una breve, pero esclarecedora, perorata de un prometedor militante de Nuevas Generaciones del PP. El joven, daba comienzo a su discurso asegurando que su organización pretendía hablar claro y “sin medias tintas” a la sociedad, porque, en su opinión, poseen “unos principios y valores superiores a la izquierda”. A continuación, ofrecía unos ejemplos de los principios y valores a los que aludía. Gracias a este joven político liberal me enteré de que nuestro país se enfrenta a dos crisis importantes. Una de ellas, la crisis económica que conocemos todos y, la otra, una crisis “moral”, desconocida al menos por mí. Dicha crisis, parece causada, a su juicio, por “asignaturas adoctrinantes como Educación para la Ciudadanía” en las escuelas, o por la “banalización de tragedias personales como el aborto y la eutanasia” en la sociedad. No nos aclara este futuro estadista neoconservador si, a dicha perversión moral, contribuye también el adoctrinamiento en las escuelas públicas de la religión católica. O si propone acabar con la banalización del aborto deteniendo a las mujeres que decidan interrumpir su embarazo.
Como despedida, a sus propuestas ya señaladas, nos ofrece una aguda salida neoliberal al problema del paro juvenil. Ya que “el salario mínimo atenta contra el empleo juvenil”, propone “reducirlo progresivamente hasta su eliminación”. Una propuesta que, en efecto, ayudará a fomentar un empleo juvenil muy dinámico y atractivo para el sector empresarial. Un empresariado que se verá libre de la tiranía del Estado para, de una vez por todas, imponer a sus jóvenes trabajadores las condiciones laborales que ellos decidan.
Unas ideas que sólo puede proponer un joven popular sin complejos. Dispuesto a luchar por esos principios y valores liberales “sin medias tintas”. Quiere hablar claro a la ciudadanía sobre los valores que sus mayores callan o prefieren esconder en un rincón. Este representante de la savia nueva del principal partido de la oposición, no tiene miedo por el que dirán. Reproduce un discurso ultraliberal sin camuflaje, discurso aprendido en los medios de comunicación conservadores, que hace tiempo también se dejaron de medias tintas y complejos. Tantos unos como otros creen en la libertad total del mercado, en un Estado pequeño y residual. Como queda ejemplificado en las propuestas presentadas por este joven militante. Lástima que no hablen así de claro más a menudo. Se les entiende peligrosamente bien

Artículo publicado en el suplmento "Ualdía" de "La Verdad"

jueves, 29 de octubre de 2009

ACCIÓN SOCIAL

En la Edad Media la pobreza era un designio divino inescrutable e inevitable. Dios había decidido que unas personas debían vivir en la indigencia más absoluta, ya que formaba parte de su naturaleza vergonzante. Los nobles y los religiosos practicaban la santa virtud de la caridad con los desarrapados. Se producía un intercambio, el necesitado permitía al rico alcanzar la salvación espiritual de su alma por su acción misericordiosa y el pobre podía seguir malviviendo un día más. Con el paso de los siglos algunas mentes lucidas convinieron que con dicho intercambio no se calmarían las aspiraciones de los menesterosos. Se corría el riesgo de que triunfaran revoluciones comandadas por los que siempre habían estado sujetos por los correajes de la indigencia, la incultura y la servidumbre. Los poderosos y la Iglesia permitieron que los necesitados mejoraran su calidad de vida levemente, para que les tuvieran gratitud eterna y siguieran sin cuestionarse su situación. Se crearon organizaciones de ayuda religioso-benéficas en toda la cristiandad para tal fin.
Cuando cayó el Antiguo Régimen y nació el Estado Moderno, los estados nacionales heredaron el poder que anteriormente disfrutaron el clero y la nobleza feudal. Y actuaron de la misma forma, su objetivo básico era contener a los pobres para evitar una insurrección. Pero, con la llegada de la Revolución Industrial, todo se desbordó. Las masas de menesterosos se acumularon en las grandes ciudades, las condiciones de trabajo en las grandes fábricas eran horrorosas y comenzaron a multiplicarse manifestaciones, huelgas y graves disturbios. Los pobres, ahora llamados proletarios, consiguieron unirse y reivindicar sus derechos. Los Estados temerosos de ser devorados por las masas que exigían un trato justo, no tuvieron más remedio que ceder y conceder derechos dignos a toda la población.
La lucha y la presión a los poderosos en todos los contextos históricos es lo que ha conseguido que actualmente contemos con unos servicios sociales elementales en nuestro país. En estos tiempos en los que muchos desean fervientemente acabar, privatizar o desmantelar nuestro Estado del Bienestar es conveniente recordar la historia de la acción social y, no dar un sólo paso atrás en derechos ganados tras siglos de lucha.

Artículo publicado en el suplemento "UAldía" de "La Verdad"

jueves, 24 de septiembre de 2009

Generación Kill

Hace poco tiempo tuve el placer de ver una magnifica miniserie producida por HBO, creadora de algunas de las series más interesantes en el panorama televisivo mundial. Generación Kill es una producción estadounidense basada en el libro escrito por el reportero de la revista Rolling Stones, Evan Wright. El periodista estuvo “empotrado” en el ejército estadounidense en los meses más cruentos de la llamada II Guerra del Golfo en 2003. Nos encontramos ante una miniserie de siete capítulos que relata las vivencias de un grupo de marines durante la invasión. Unos soldados de élite con la misión de enfrentarse en primera línea de fuego al enemigo y posibilitar la llegada a sus compañeros. Uno de los hallazgos de esta serie televisiva es que nos sumerge de manera tremendamente cruda y veraz en la vida diaria de un grupo de soldados de élite entrenados para aniquilar al contrario.
Salvo honrosas excepciones, el tratamiento dado a los iraquíes por estos soldados es de un desprecio absoluto. Encontramos imágenes de militares que roban pertenecías de los muertos enemigos, mandos que obligan a dejar a su suerte a civiles desarmados o asesinatos de civiles indefensos. La mayoría de marines protagonistas de esta miniserie manifiestan una total falta de empatía hacia las posibles víctimas que sus demoledoras armas puedan infringir en la población no combatiente. Lo único importante es acabar con el enemigo. Todo lo demás es, para ellos, publicidad de peligrosos “comunistas y hippies”. La guerra es para ellos la única respuesta. Poco importa el porqué de la invasión. Ellos son los “buenos” y los “otros” son los “malos” y deben ser exterminados. Los soldados que, escandalizados por los delirios de sangre y grandeza de algún que otro superior, intentan poner coto a la masacre no son escuchados por el alto mando.
Se suceden diálogos hilarantes entre los propios soldados con respecto al curso de la guerra o a causa de la ineptitud de algunos de sus mandos. Dichos soldados se consideran a si mismos maquinas de matar, aunque pese a tener a su disposición el armamento bélico más importante, no dejan de ser chicos de veintipicos años, de familias pobres o desestructuradas. Con unas nociones a menudo embrutecidas sobre la vida y la muerte. Capitaneados por unos políticos y militares ineficaces y que a menudo, como en este caso, mandan a sus soldados a guerras estúpidas e inmorales. Son buena carne de cañón para los intereses geoestratégicos de EEUU. Enviados a la guerra por personajes siniestros que gustan de mandar a compatriotas a matar y a morir por su país, pero que nunca harán lo mismo con sus propios hijos o nietos. Lo único que se puede achacar a los creadores de esta magnífica producción televisiva, es privarnos de contemplar las figuras de los tres personajes que contemplaron sonrientes desde las Azores el comienzo de una locura que todavía continua

Artículo publicado en el suplemento "UALdía" de "La Verdad"

viernes, 24 de julio de 2009

Tele basura

Hasta hace bien poco se consideraba telebasura solo a los programas con temática rosa.Rellenan estos espacios personajillos de dudoso, por no decir inexistente, currículum profesional. Más allá de haber tenido un affaire con el famoso de turno. Por una determinada cantidad de dinero son capaces de vender sin asomo de pudor ante la cámara su vida privada y la de las relaciones que aseguran haber mantenido.
Dichos programas ofrecen a sus telespectadores unas informaciones supuestamente escandalosas para atrapar a su audiencia. Utilizan los métodos de la prensa amarillista. Con profusión de datos impactantes y una narrativa agresiva y espectacular. Se busca impactar al espectador, aunque la verdad brille por su ausencia y se lleguen a conclusiones parciales o manifiestamente erróneas. El resultado de audiencia es lo único importante. Dar una información veraz y objetiva pasa a ser algo que no tiene ninguna importancia.
Estos programas del cotilleo ya no engañan a nadie, todo el mundo sabe la clase de información tendenciosa que se puede esperar de ellos. Como ocurre con la prensa sensacionalista británica, deforman la realidad a su antojo desde tintes amarillistas claramente identificables. El problema es que actualmente desde supuestos periódicos o televisiones "serias" se vienen observando comportamientos propios de los programas del corazón o la prensa sensacionalista.
Así, por ejemplo, podemos leer en determinada prensa informaciones que ponen en duda sin base alguna, la autoría del atentado del 11 de marzo de 2004 en España. Noticias que al lector solo informado por esos medios le pueden llevar a conclusiones subjetivas sobre lo realmente ocurrido. Algunos otros no tienen ningún reparo en confundir a su audiencia mezclando información y opinión con una manipulación en los datos que causa sonrojo. Como ejemplo palmario de esto, es un canal televisivo de reciente aparición en TDT. Dicha televisión, de ideología claramente de la derecha extrema, "regala" a su escasa audiencia unos vídeos repugnantes en los que se acusa a todo votante socialista de creer en el genocidio de bebes, el asesinato de ancianos para ahorrar en sanidad, liquidar a media España... Todo el vídeo sazonado de imágenes de melenudos y hippies fumando porros. En otro vídeo se equipara al presidente Zapatero con dictadores como Hitler y Stalin.
¿Por qué no lo comparaban con Franco?. -"Muy fácil". diría el creativo del canal televisivo-
-"Franco era nuestro Caudillo de España por la gracia de Dios y no un jodido socialista".
Artículo publicado en el suplemento UALdía de "La Verdad"

jueves, 18 de junio de 2009

Leer


Recuerdo nítidamente una de las primeras lecturas de mi juventud. Fue la responsable del inicio de mi insaciable afición por la lectura. Era un voluminoso ejemplar de "La vuelta al mundo en 80 días" escrito por un desconocido aun para mí, Julio Verne. Nada más comenzar su lectura me sentí en la piel del excéntrico caballero inglés Fileas Fogg en su lucha por recorrer su vuelta al mundo en 80 dias. Leí con avidez dicho libro y me dediqué a recolectar otros muchos. Descubrí con asombro las sensaciones únicas que experimentaba ante las obras de autores como Stevenson, Verne, Poe, Conan Doyle y otros tantos capaces de construir un universo propio y único en cada una de sus historias. Escritores que hacen al lector partícipe directo de las emociones que recorren sus inmortales textos. Obras que permiten soñar al ser humano por un momento con descubrir los lugares más maravillosos y participar en las mayores aventuras sin salir de las cuatro paredes de su hogar. Consiguen hacernos soñar despiertos con los sentimientos más elevados. Vivir la alegría, la pena, el terror o el deseo de los personajes como algo propio. Utilizan el arma más poderosa que posee la humanidad, que no es otra que la imaginación.
Leer estas obras es zambullirse en mares desconocidos. Embarcar como grumete en barcos con travesías y aventuras infinitas. Gozar de la emoción de explorar territorios ignotos. Recorrer islas misteriosas en busca del ansiado tesoro oculto. Enfundar la chaqueta del detective en busca del rufian de turno. Inventar maquinas extraordinarias o dar vida a monstruos horribles. Leer supone vivir desde dentro historias que nunca protagonizaríamos, sin la posiblidad única que nos proporciona el tesoro que tenemos entre manos.
Leer es ser el avispado Jim Hawkins en lucha por el tesoro con el malvado pirata Long John Silver. Acompañar la soledad del naúfrago Robinson Crusoe en su remota isla tropical. Convertirse en el renuente sobrino del desquiciante profesor Lidenbrock y guiarlo hasta el centro mismo de la Tierra. Compartir la desgraciada existencia de Victor Frankenstein tras dar vida a su criatura infernal. Seguir los pasos de Watson, el fiel escudero y propagandista de las dotes inductivas del genial Sherlock Holmes en su lucha contra el crimen. O viajar a Transilvania y tener como anfitrión al mismísimo conde Drácula.
Leer es sentir el misterio, la emoción y el riesgo que nos espera a vuelta de página.
Artículo publicado en el suplemento UALdía de "La Verdad"

jueves, 30 de abril de 2009

La guerra del pan

La cumbre del G 20 en Londres ha dado y dará mucho que hablar. En ella se sientan los más poderosos del planeta y hablan de la famosísima crisis económica mundial. Pero yo pretendo hablarles de otra crisis más cercana a mi pueblo. Me estoy refiriendo a la pedanía de Torrellano, villorrio enclaustrado entre las cercanas y no siempre bien avenidas, Elche y Alicante. No profundizaré en los atractivos con los que cuenta mi “patria chica”. Pues sus mayores encantos son, a mi corto entender, el polígono industrial situado en los alrededores y el aeropuerto internacional que da nombre a la población vecina. Por ello, no me extenderé en comentar absurdas rivalidades entre localidades o en loar las supuestas virtudes de mi tierra y sus gentes.
Un servidor no negará que la crisis mundial afecta como en tantos lugares también a este modesto lugar. Por supuesto. Pero en esta pequeña pedanía ilicitana ha estallado otra crisis monumental en las últimas semanas y sin visos aparentes de solución. Dicha crisis se ha convertido en una autentica guerra. En las calles de la pedanía se la conoce ya como “la guerra del pan”. Las panaderías de la localidad son las trincheras desde las que se lanzan los obuses al enemigo. Una guerra que como todas comenzó con un hecho en si mismo trivial. Una nueva panadería encontró acomodo en la principal de nuestras calles hace ya algunas semanas. Nada más abrir sus puertas al público, empapeló cada rincón con sus ofertas. ¡Una barra de pan por 25 céntimos! ¡Y te regalan otra! Fue su agresiva puesta en escena. El boca - oído unido a la eficaz campaña propagandística hizo el resto. Desde su inauguración en la puerta del establecimiento toma forma mañana tras mañana una auténtica aglomeración humana en busca de la oferta anunciada. Un ejército de cuidado. Las otras panaderías por supuesto pusieron el grito en el cielo inmediatamente por lo que consideraron era manifiesta competencia desleal. No ahorraron críticas al propietario de la misma por su supuesta forma de conducirse en otros lugares. Denunciaron la imposibilidad de competir con unos precios tan bajos y le declararon una guerra sin cuartel. Varios periódicos y televisiones enviaron periodistas a cubrir el conflicto. Ante la agresión sufrida los panaderos ultrajados contraatacaron. Dispararon artillería pesada en forma de ofertas similares o superiores en espera de conseguir recuperar adeptos a su causa.
Esta pequeña guerra sigue su curso con bombardeo de anuncios publicitarios de uno y otro establecimiento. Deserciones masivas de fieles clientes de una panadería a otra. Y pequeños daños colaterales como es el descrédito y la burla del enemigo. No parece posible llegar a una paz o armisticio próximamente por la beligerancia de los contendientes. Como en todas las guerras existe quien se beneficia de la situación. Estos son los ciudadanos de esta apacible villa, quienes aprovechan unos precios únicos en tiempos donde la crisis sacude a la mayoría.
Pero, ¿qué pasará cuando los contendientes en esta guerra firmen el armisticio y guarden sus armas, sus ofertas, en el desván? ¿Perderán la paz los bolsillos de los ciudadanos y ganarán la guerra los de siempre?
(Artículo publicado el 30 de abril de 2009 en el suplemento UAldía de "La Verdad")

jueves, 26 de marzo de 2009

Paradojas

Como nuestro médico de cabecera nos previene de una posible faringitis, nuestro quiosquero de cabecera debería ponernos en guardia diariamente sobre el tipo y estilo de las paradojas que contiene el periódico cada mañana en forma de noticias. Así, evitaríamos el crujir de dientes, las maldiciones y las perturbaciones mentales que conllevan algunas de ellas. Tan perjudiciales para nuestra salud como una faringitis mal curada.
En una misma jornada podemos por ejemplo leer que la Conferencia Episcopal Española “empapelará” nuestro país con más de 8000 carteles con los que pretende denunciar la carencia en que, a juicio de la santa institución eclesial, se tiene la defensa de la vida del bebé humano en contraposición al proteccionismo a otros “bebés” animales. En el mismo diario, encontramos unas declaraciones del papa Benedicto XVI en las que deplora el uso del preservativo para frenar el virus del sida. O sea, por una parte tenemos a nuestros esforzados obispos patrios preocupados por la destrucción de la vida del ser no nacido y, unas líneas más allá, al sumo pontífice despreciando el único medio veraz para salvar de la muerte a miles de personas. ¡Brillante paradoja!
Sin abandonar el periódico ojeamos otras paradojas capaces de sacudir nuestros sentidos. Empresarios y políticos son consagrados expertos en este noble arte. Los primeros cuando declaran la necesidad de flexibilizar más si cabe el mercado laboral, despido libre se entiende, para superar una crisis de la que ellos mismos son los responsables últimos. O los segundos pontificando y marcando cátedra sobre austeridad en los gastos públicos, mientras muchos se llenan los bolsillos con corruptelas de diverso pelaje político.
En una mañana encontraremos diversas paradojas escondidas en otras tantas informaciones. Mejor olvidar la crisis, la corrupción y la doble moral reinante en las noticias. Busquemos un culpable. La existencia de paradojas podría ser un buen chivo expiatorio.

(Artículo publicado en el suplemento "UAldia" de "La Verdad" del 26 de marzo de 2009)