jueves, 21 de octubre de 2010

XENOFOBIA SUBVENCIONADA

Hace unos meses en el irreverente e ingenioso programa “Salvados” de la Sexta, tuve el dudoso honor de descubrir a un nuevo representante político del más cerril y caduco populismo xenófobo patrio. El tal tipo es un concejal de la localidad catalana de Vic que ha conseguido representación en la corporación municipal gracias a la exaltación de las bajas pasiones de sus conciudadanos contra los inmigrantes. Su discurso político antiinmigración se reduce a unas cuantas frases maniqueas y repletas de estereotipos y prejuicios que buscan agudizar el miedo de la población hacia los inmigrantes y, de esa manera, permitir que sus escasas dotes comunicativas sean ampliamente recompensadas con un cargo público.
Sus incendiarias proclamas xenófobas caen a menudo en generalizaciones absurdas en las que hace hincapié en la maldad intrínseca del inmigrante frente a la indefensión del ciudadano nacional, que se ve “invadido” por unos seres perversos. Estas excéntricas exhortaciones al odio racial quedarían en la majadería de un triste bufón si no fuera por el apoyo que empieza a recibir de grupos mediáticos situados en la derecha extrema y, de los insignes políticos que compran su rancio discurso.
Solo conseguiremos callar a estos incitadores del odio y la furia mediante la consecución de una sociedad verdaderamente multicultural. Una sociedad en la que tener una cultura, una lengua o un color de piel distinto no etiquete a una persona de por vida y, en la que desaparezcan políticos expertos en atizar odios y revanchas contra cualquier chivo expiatorio propicio para su causa. Para ello parece imprescindible una rebelión democrática ciudadana que enmudezca los discursos xenófobos. Una verdadera revolución social que acabe con el habitual silencio cómplice que sigue a los exabruptos racistas y se transforme en férrea censura social en toda regla. Mientras tanto mantengamos la guardia alta ante políticos, como este concejal, que aprovechan las dificultades derivadas de la crisis económica para inocular en su electorado el peligrosísimo virus de la xenofobia y la intolerancia.

Artículo publicado en el suplemento "UALdía" de "La "Verdad"

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